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Foto del escritorFray Dino

60 años de 'Pacem in Terris'. Un camino hacia "Fratelli tutti".

Actualizado: 19 abr 2023

Pacem in terris (en español: Paz en la Tierra) es la última de las ocho encíclicas del papa Juan XXIII, publicada el 11 de abril de 1963. 53 días antes del fallecimiento del pontífice, coincidiendo con la celebración del Jueves Santo. Con un subtítulo que reza: «Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad», era una especie de llamamiento del sumo pontífice a todos los seres humanos y todas las naciones para luchar juntos en la consecución de la paz en medio del clima hostil generado por la Guerra Fría.

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Situación sociopolítica

Durante el pontificado de Juan XXIII, la tranquilidad mundial fue alterada por diferentes sucesos como la creación del programa Sputnik, el apogeo de la Guerra Fría (OTAN - Pacto de Varsovia), la construcción del Muro de Berlín, la Crisis de los misiles de Cuba, la Guerra de Vietnam y la posibilidad de que todo esto desembocara en una guerra nuclear; es en ese contexto que surge Pacem in terris.​

El 11 de abril de 1963, el papa firmó la encíclica, y afirmó que iba dirigida «a todos los hombres de buena voluntad» y no únicamente a la feligresía católica y al episcopado. Además convocó a todos los hombres y naciones a colaborar para conseguir la paz por medio de la comprensión, la ayuda mutua y el respeto de los derechos de los demás.​

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¿De qué trata?

Pacem in terris lleva un subtítulo que dice: «Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad», describe los cuatro principios considerados fundamentales para alcanzar la paz:

la verdad como fundamento,

la justicia como regla,

el amor como motor y

la libertad como clima.


Su estructura está compuesta por una «Introducción»

y cinco secciones llamadas:

«Ordenación de las relaciones civiles y matrimoniales»,

«Ordenación de las relaciones políticas»,

«Ordenación de las relaciones internacionales»,

«Ordenación de las relaciones mundiales» y

«Normas para la acción temporal del cristiano».

Trata sobre los derechos y deberes que deben observar los seres humanos y los estados, en las relaciones entre sí y en las relaciones con otros seres humanos y otros estados, con la finalidad de conseguir la paz y el bien común; y sobre todo, que el ser humano debe tener paz interior para poder conseguir la paz social.

«En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no pueden renunciarse por ningún concepto.» Pacem in terris, 9

En el plano internacional, invita a las naciones a frenar la carrera armamentista y a prohibir las armas nucleares y puntualiza la responsabilidad de la Organización de las Naciones Unidas en la promoción de la buena relación entre los pueblos y la consecución de la paz, así como también la importancia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El rechazo incondicional de la carrera de armamentos y de la guerra en sí misma constituye una de las innovaciones más importantes de esta encíclica. Sostiene que en la era atómica resulta impensable que la guerra se pueda utilizar como instrumento de justicia. Esto, a su vez, implicó un fuerte cuestionamiento al concepto de guerra justa que resultó virtualmente abolido por la encíclica.​

«[...] la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas; que, por último, todos los pueblos, en virtud de un acuerdo, lleguen a un desarme simultáneo, controlado por mutuas y eficaces garantías.» «[...] en nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado.» Juan XXIII, Pacem in terris, 112 y 127

Proclama la necesidad del fin de la carrera de armamentos, la prohibición de las armas nucleares, la realización del desarme bajo un control internacional eficaz, en pro de la coexistencia pacífica de los Estados, de las relaciones en pie de igualdad, y en pro de la eliminación de la historia bélica.


El Papa Francisco recuerda la "Pacem in Terris" de Juan XXIII

Al final de la audiencia general, Francisco recordó la encíclica sobre la paz de Juan XXIII, publicada hace sesenta años en plena tensión de la Guerra Fría: "Fue un atisbo de serenidad en medio de nubes oscuras. Su mensaje es muy actual", dijo. Además, el Pontífice pidió oraciones por “la martirizada Ucrania" que sufre, e invocó "la misericordia de Dios", con vistas al Domingo dedicado a ella, por un "mundo cada vez más probado por las guerras" que "se aleja de Dios"


Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano "Un destello de serenidad en medio de oscuros nubarrones". El "destello de serenidad" era la Pacem in Terris, la encíclica sobre la paz que Juan XXIII, al final de su pontificado, publicó el 11 de abril de 1963; los "nubarrones" eran los contrastes políticos y militares entre las dos principales potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial que mantenían en vilo al mundo por el riesgo de una amenaza nuclear. Francisco recordó el importante documento del Papa Roncalli al final de la audiencia general:

“Ayer se cumplió el 60 aniversario de la encíclica ‘Pacem in Terris’, que San Juan XXIII dirigió a la Iglesia y al mundo en el momento más tenso de los dos bloques enfrentados en la llamada Guerra Fría. El Papa abrió ante todos el amplio horizonte en el que hablar de paz y construir la paz, el proyecto de Dios para el mundo y su familia humana”

Mensaje "muy actual” Para Francisco, aquella encíclica "fue una verdadera bendición, como un atisbo de serenidad en medio de nubes oscuras". Su mensaje "es muy actual", subrayó el Papa, citando un pasaje entero, el punto 6: “Las relaciones de los individuos con sus respectivas comunidades políticas pueden regularse por las mismas leyes que rigen las fuerzas y los elementos irracionales del universo, siendo así que tales leyes son de otro género y hay que buscarlas solamente allí donde las ha grabado el Creador de todo, esto es, en la naturaleza del hombre”.

Invitación a los jefes de las naciones El Pontífice invitó a los fieles y a los hombres y mujeres de buena voluntad a "leer la Pacem in Terris": “Rezo para que los líderes de las naciones se dejen inspirar por ella en sus planes y decisiones”

Oraciones por la martirizada Ucrania Un deseo que el Papa expresó la luz de los numerosos y sangrientos conflictos que desfiguran los cinco continentes, empezando por el de Ucrania. Para la nación agraviada, Jorge Mario Bergoglio pidió una vez más, como siempre en sus llamamientos públicos desde el inicio de la guerra, rezar y no olvidar. “Perseveremos en la oración por la martirizada Ucrania. Recemos por todo lo que sufre Ucrania”

"Necesitamos la misericordia del Padre" El Papa ya había expresado la necesidad de la paz mundial en su saludo a los peregrinos polacos, a los que recordó "la inminente celebración del Domingo de la Divina Misericordia, instituido por San Juan Pablo II como deseaba el Señor Jesús por medio de Santa Faustina Kowalska hace casi un siglo". “Hoy, cuando el mundo está cada vez más probado por las guerras y se aleja de Dios, necesitamos aún más la misericordia del Padre” Una misericordia, reiteró el Papa en sus saludos en italiano, que nunca falta por parte de Dios: “El Señor nunca deja de ser misericordioso, pensemos en la misericordia de Dios que siempre nos acoge, siempre nos acompaña. Nunca nos deja solos”


Fratelli tutti:

La enseñanza de Francisco hace referencia a varios aspectos del texto de Roncalli, especialmente cuando se pregunta si la gente de hoy ha comprendido su lección, hasta el punto de que las palabras justicia y solidaridad se han hecho realidad y se han convertido en enseñanza dentro de la Doctrina Social de la Iglesia. Si la verdad, la justicia, el amor y la libertad son principios fundamentales para el camino del desarrollo humano, según Juan XXIII, concluye el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, para Francisco es importante abordar todas las complejidades de la vida, "partiendo del punto de vista de la paz", incluyendo la cuestión ecológica, la de los emigrantes y refugiados, la brecha entre ricos y pobres y el desarme.



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