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Foto del escritorAlejandro

Cafarnaúm Agosto. Cinco domingos centrados en la Eucaristía

Durante el ciclo B de lecturas del año litúrgico, siempre tenemos esta sección durante el verano. Leemos, por cinco semanas, del capítulo seis del Evangelio de Juan, que trata todo sobre la Eucaristía.

En el Evangelio de Juan, hay un relato de la Última Cena, pero no se menciona en ella lo que llamamos 'la narrativa de la institución'.

Eso se refiere al breve relato de lo que hizo Jesús con el pan y el vino; que sí se encuentra en los Evangelios sinópticos.

Juan tiene el relato de la Última Cena, donde encontramos el lavado de los pies de los discípulos, y luego tenemos este largo discurso de Jesús, pero no la narrativa de la institución. Esto nos desconcierta un poco: ¿Por qué faltaría eso en Juan, que es el más místico de los cuatro Evangelios?”.

 

En el capítulo sexto de Juan tenemos una teología Eucarística profunda e intensa. Juan desarrolla su teología Eucarística en este capítulo seis.

Juan 6: No hay ninguna reflexión mejor ni más intensa sobre la Eucaristía que allí.

Y toda la tradición, desde Agustín hasta Tomás de Aquino, hasta el tiempo presente, es solo una meditación extendida de Juan6. Así que tenemos ahora el privilegio, estas semanas del T.O., de recorrer esta sección del evangelio.


Jesús se explayará en un largo discurso sobre la Eucaristía, pero comienza narrativamente. Y lo que se está narrando aquí es esta historia familiar de la multiplicación de los panes, pero lo que se está narrando simbólicamente en verdad, es la misa.


No vamos a comprender la Eucaristía separada de la Misa, fuera del contexto de la Misa. Así que Juan la desarrolla, sin negar por un minuto que este milagro sucedió en realidad.

 

1.- Juan 6 comienza así: “Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales milagrosas que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos”.

 

Hay una gran multitud siguiendo a Jesús: ¿Cómo venimos a Misa?

Es posible que vengan santos a Misa. Es posible que haya alguno justo al comienzo de su vida espiritual, un buscador, muchos pecadores, gente que llega de situaciones de la vida diferentes, edades diferentes, contextos diferentes, niveles de educación diferentes, etnias y razas diferentes; todos llegan a la Misa atraídos por Jesús.... pero todos los que vienen a Misa lo hacen porque se dan cuenta que la respuesta está en él.

Se dan cuenta que él es el pastor.

Son atraídos magnéticamente hacia él.

 

“Subió al monte”.

La montaña es un tema recurrente en la Biblia para el lugar de encuentro entre Dios y la humanidad, del cielo y la tierra, porque la montaña sube.

Es nuestro ascenso a Dios, y es un lugar donde Dios desciende.

Desde el monte Edén en el Libro del Génesis, el Monte Sinaí, el Monte Tabor, Monte Calvario. Todos estos lugares de encuentro.

La Misa tiene lugar en el Tabor donde  sucederá la transfiguración.

En el Sinaí, donde la ley se puso en marcha.

En el Edén, porque es el jardín donde se recobra nuestra vida real.

En el Calvario, porque el sacrificio de Cristo se volverá a presentar.

 La multitud se acerca a él y sube a la montaña.

 

¿Qué es la primera parte de la Misa?
2.- La liturgia de la palabra.

Leemos del Antiguo Testamento, leemos de los Salmos, leemos típicamente de Pablo, luego el Evangelio.

¿Quién está hablando? Es siempre Cristo el que habla.

Él es la palabra.

Y entonces cada vez que se pronuncia la palabra divina, es Cristo el que habla.

En Misa, todos nosotros nos sentamos a los pies del maestro mientras él enseña.

El sacerdote se sienta también, en nombre Cristo.

 3.- CREDO: “Viendo Jesús que mucha gente lo seguía..."

Felipe dice: “Ni doscientos denarios bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”.

Andrés: “aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados”.

Jesús le respondió: “Decid a la gente que se siente y dádmelos”.

A continuación de la liturgia de la palabra, tenemos el credo, lo cual es interesante, porque el credo no es una afirmación abstracta, formal; es el modo en que la gente dice, “Creo en lo que acabo de escuchar”.

Porque el credo expone la narrativa básica de la salvación.

Así que al decir amén al credo, decimos amen a lo que acabamos de escuchar.

 

4.- ...le dijo a Felipe: ‘¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?’”.

Luego se acercan los dones.

Un poco de pan, un poco de vino, un poquito de agua.

Si estuviéramos hablando de saciar el hambre física de la gente, esa pequeña hostia que se da a cada persona apenas repararía su hambre.

Somos como Felipe y Andrés. .

Jesús dice, “Bien, dadme vuestros cinco trozos de pan”.

¿Qué puede hacer Jesús con estos pequeños dones que damos?”.

Si le das a Cristo, ese tiempo de tu vida, esas obras buenas, ese compartir sencillo... ese pan regresa elevado y transformado en alimento para toda esa multitud.


Lo que sucede en la Misa es algo mucho más impactante que un milagro físico de panes y peces, porque es un milagro en el nivel espiritual.

Cristo no necesita estos pequeños dones que ofrecemos.

No necesita nada.

Dios no necesita nada.

Dios crea al mundo ex nihilo, de la nada.

Por lo tanto, Dios no necesita nada del mundo.

No le damos nada que no sea ya suyo.


5.- CRISTO SE DA A SÍ MISMO.

Cuando le damos a Dios lo poco que Él nos ha dado y puesto en nuestras manos, Él nos lo devuelve con el gran regalo de sí mismo. En el sacrificio de la CRUZ..

Ese es un principio bíblico básico, un principio básico del evangelio.

Tomas lo poco que tienes, se lo das a él, y ese poco será elevado, y transfigurado, para alimentar al mundo, en la misma carne de CRISTO..

Lo que sucede en la Misa, no la multiplicación física de estas pequeñas hostias, algo mucho más maravilloso.

Lo que sucede es la transubstanciación de estos elementos, este pan común obtenido de la tierra y del trabajo del hombre, este vino común que se obtiene de la uva y la vid y del trabajo del hombre se convierten, a través del sacrificio de Cristo, transubstanciado en su cuerpo y su sangre.


Subimos a la montaña, nos sentamos y escuchamos la palabra.

Luego traemos lo poco que tenemos, y luego lo encontramos elevado para la transformación y la alimentación del mundo entero.

Allí es donde estamos, en lo que llamamos la liturgia de la Eucaristía.

¿Acaso no es maravilloso?

 

Llamamos a la plegaria por la que estos elementos son transfigurados: plegaria Eucarística.

Eucharistein en griego significa dar gracias.

El sacerdote o el obispo está actuando in persona Christi, en la persona misma de Cristo.

Es Cristo dando gracias a su padre, una vez más, y esto conduce a la alimentación de esta multitud físicamente, y con cada multitud que se reúne para la Misa, espiritualmente.

 

6.- RESERVA EUCARÍSTICA

Este último detalle refleja la costumbre que ya estaba en boga en aquella época.

Cuando estuvieron saciados, Jesús dijo a sus discípulos: “Recoged los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”.

Los recogieron entonces en doce canastas de mimbre.

¿Qué sucede al final de la Misa?

Desde los primeros tiempos, San Justino Mártir, que en el año 155 da cuentas de lo que hacían los Cristianos los Domingos.

él enfatiza que, al final, se recogen los fragmentos de los elementos y se los lleva a los que estuvieron ausentes y a los necesitados y los pobres.  

Si esto fuera cierta especie de ritual remotamente simbólico el que estuviéramos haciendo, una vez que hemos realizado el ritual y hemos sido animados, ¿por qué preocuparse por los fragmentos?  A menos que creyeran que habían sido realmente transformados en el cuerpo y sangre de Cristo.

¿Por qué te molestarías en recogerlos a menos que hubieran sido realmente transubstanciados?  

Lo ves en Justino Mártir en 155, pero lo ves incluso aquí en el Evangelio de Juan.

Y lo observamos hasta la actualidad.


Y tengamos abiertos nuestros ojos y almas y mentes estas próximas semanas mientras exploramos el misterio de éste, el mayor de los sacramentos.

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