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Foto del escritorFray Dino

¿qué debería hacer si Jesús es mi Señor y Cristo?. Domingo IV de Pascua 2023

Actualizado: 30 abr 2023

Continuamos nuestro recorrido a través del tiempo Pascual.

Y para este cuarto domingo de Pascua, tenemos esta magnífica primera lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Es uno de los grandes discursos kerigmáticos.

Kerigma significa la proclamación básica de la fe.

Es una clase maestra de evangelización.

Hemos venido hablando sobre eso desde el Vaticano II, la Nueva Evangelización.

¿Qué es?

¿Qué es la predicación evangelizadora?

Echa un vistazo al segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles, nuestra lectura de hoy, y lo encontrarás.

El Cristianismo se ha convertido en un lugar común para muchos de nosotros.

Pero es que ser cristiano tiene que ser mucho más que ser una buena persona.


Escuchad a Pedro, primero entre los Apóstoles, amigo de Jesús, cuando comienza a predicar. Esto es predicar con ardor. Esta es la energía que debería poseer la predicación evangélica del Cristianismo a lo largo de los tiempos.

Pedro se pone de pie en los alrededores del templo –como si hoy fuera a Times Square o a Sol en Madrid,- está de pie en el corazón de la sociedad.


Primera pista. La predicación evangélica no es algo que susurramos entre nosotros. No es una pequeña enseñanza del uno para el otro. La predicación evangélica es pública. Es allí afuera. Es en el medio de la cultura.

Nuestra cultura actual, tan secularizada, quiere marginar la voz de la religión.


Escucha ahora lo que dice Pedro:

“Sepa todo Israel”, —es clave taquigráfica para nosotros, que escuche toda la cultura— “con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien vosotros habéis crucificado”.

Hay algo inflexible en esto.

Comenzando por el “a quien vosotros habéis crucificado”.


“Ey, soy fundamentalmente una buena persona. Estoy bien, tú estás bien. Soy guapo y tengo lo necesario. No me culpes por nada. Todo es culpa de alguien más”.


Esa actitud, creciente en la actualidad, es antagónica a la predicación evangélica.

“vosotros lo habéis crucificado. Vino el Autor de la vida y vosotros lo matasteis”.


Ahora bien, Pedro podría decir “nosotros” porque contribuyó a la muerte de Jesús.

Pero el punto es, la declaración de Jesús crucificado es ipso facto un juicio sobre el pecado. Segunda pista.

No pienses ni por un segundo que la predicación evangélica evita la cuestión del pecado.

Al contrario.

Si dices, “Ey, quiero ser amigable y amable y que la gente me escuche, entonces no voy a mencionar su pecado”.

Sea lo que eso sea, no es predicación evangélica, porque Pedro tiene razón sobre la cruz y lo que significa.

Es juicio sobre nuestro pecado.

Si el Señor regresara de nuevo encarnado, lo mataríamos también, porque su presencia siempre es un juicio sobre nosotros.


Pero mira ahora el lado positivo aquí:

“Sepa todo Israel con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien vosotros habéis crucificado”.


“Señor”. Jesús no es el mejor, ni el más grande, ni alguien especial; es el SEÑOR. Tercera pista

En griego del Nuevo Testamento es “Kyrios”,

Pero detrás de ello, indudablemente en los labios de Pedro debería haber algo como “Adonai”, el “Señor”.

Ese es el término utilizado para Dios.

No lo habrá llamado por su nombre sagrado, el Tetragrámaton. Decimos “Yhwh” como una especie de pequeña invención nuestra. No habrán pronunciado el nombre divino. Era muy sagrado para pronunciarlo.

Lo que habrán dicho, en cambio, es “Señor”.

Una afirmación extraordinaria en el corazón mismo de la predicación evangélica es que Jesús no es un maestrillo entre muchos.


Hay miles de personas que son inspiradoras.

Lo que está diciendo es “No, no, es el Señor. Es Adonai. Es la presencia divina. Lo nombra Señor y Cristo”.

En griego es “Christos”; en el hebreo de Pedro habrá dicho “Mashiach”. “Mesías” deriva de ahí.

Mashiach en hebreo, “el ungido”. Eso significa David para ellos.

El profeta Samuel unge a David, y escuchamos luego que, “El Espíritu del Señor descendió sobre él”.

Es el Mashiach en el sentido pleno en el Antiguo Testamento.

Pero luego comenzaron a buscar un nuevo David que iría más allá, inclus,o que el gran David del Antiguo Testamento, que se convertiría en el rey ungido que reuniría las tribus de Israel, y a través de esa unificación reuniría a todas las tribus del mundo.


Eso es lo que sucedió a través de la Resurrección de Jesús.

Es el Señor, efectivamente.

Es Dios entre nosotros, y es David.

Es el Mashiach.

Es el Ungido.

Mirad ahora, es el polo magnético que está destinado a reunir primero a Israel, pero luego, a través de Israel, a todo el mundo.


La predicación Evangélica no presenta a Jesús como un personaje moderadamente interesante entre muchos. No, lo presenta como el personaje central de la historia humana.

El eje sobre el cual la sociedad entera está destinada a girar.

Es tanto Señor como Cristo.


La predicación evangélica, no es tímida sobre el pecado,

Pero luego declara a este Cristo y Señor que conquista el pecado, conquista la muerte, y ahora está destinado a reunir al mundo.


No estamos perdiendo el tiempo con moralismos simpáticos. No, este es un mensaje muy dramático y revolucionario a la vez.


Cuarta pista: “Estas palabras les llegaron al corazón”.

Estas palabras calaron hondo hasta el centro mismo del ser.

Todos sabemos la diferencia entre la retórica que no logra esto y la retórica que lo logra.

La mayoría del lenguaje homilético es catequesis moralizante. Una especie de enseñarnos a ser buenas personas.

Estamos totalmente a favor de ser buenas personas

Y si un poco de catequesis moralizante nos ayuda con eso, bien.

Pero la catequesis moralizante, incluso en su mejor versión, no llega al corazón.


Podría ser algo que cautive la mente y, “Oh sí, eso es interesante. Sí, eso podría ser de utilidad para mi vida”.

Bueno, genial, pero eso no va a llegar al corazón.

Lo que llega al corazón es este anuncio de que el Jesús que vosotros habéis crucificado, Dios lo resucitó de la muerte y lo ha hecho Señor y Cristo.


Es el centro de vuestras vidas. Todo en vosotros.—mente, voluntad, sentidos, cuerpo, vida privada, vida pública, todo ello— le pertenece.


Es el Señor de vuestras vidas. ese mensaje llega al corazón.

Ese es un signo de predicación evangélica y no la especie de Evangelio diluido que recibimos a menudo, sí, incluso desde muchos púlpitos Cristianos.


Ahora, demos un paso más mientras hacemos esta predicación evangélica.

Llegar al corazón despierta naturalmente una pregunta.

Así que la gente preguntó después de escuchar esto,

“¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”.

El Cristianismo nunca es simplemente una cuestión de aclarar nuestras mentes, por más importante que esto sea.

Es ir más allá de la mente que tienes, es el significado fundamental de “metanoia” en griego, o “conversión”.

Captar la doctrina correctamente, conocer quién es Jesús.

Absolutamente, ¡seguro!

Pero habiendo llegado a ese conocimiento, habiendo llegado al corazón, preguntamos: “De acuerdo, está bien, ¿qué tenemos que hacer?”.

Escucha la respuesta que da San Pedro:

Así es como suenan los predicadores evangélicos.

Dice, “Arrepentíos y bautizaos en el nombre de Jesucristo para el perdón de vuestros pecados”.

Arrepentíos

Esa es la primera palabra que sale de la boca de Jesús en el Evangelio de Marcos, cuando emerge de las colinas de Galilea como un predicador.

Lo primero que dice es “arrepentíos”.

La primera palabra que sale de la boca de Jesús no es “bienvenidos”, es “Arrepentíos”.

Así que aquí, la primera palabra que sale de la boca de San Pedro es —cuando le dicen, “Eh, ¿qué deberíamos hacer si Jesús es el Señor y Cristo?”—



“Arrepentíos”.

La quinta pista eres tú, tu misma vida y tu testimonio: Cambiad vuestras vidas.

Significa entregarle toda tu vida, no parte de ella.

No es decirle “le dejaré que tenga una hora una vez a la semana”.

No, no, “Arrepentíos”..

Cambiad.

Vuestras vidas enteras le pertenecen.

“y bautizaos . . . para el perdón de vuestros pecados”.


Renovad vuestro bautismo, reconsiderar lo que significa estar bautizado.

Es así de básico.

El Bautismo es el medio por el cual somos injertados en Cristo.

Nos convertimos en miembros de su Cuerpo Místico.


Esa es la clave: ¿Qué sucede en el Bautismo?

Pedro dice: “recibiréis el Espíritu Santo”.

la Confirmación no da los dones del Espíritu Santo, porque han sido dados ya en el Bautismo. Allí es cuando el Espíritu Santo viene a renovar nuestras vidas,

Los confirma: sabiduría, conocimiento, entendimiento, consejo, fortaleza, piedad, temor de Dios,


“Confirmar” significa fortalecer.

Los estimula de nuevo y los confirma.


¿Cómo cooperarás con el Espíritu Santo?

¿Cómo cooperaras con estos dones?

¿Cómo los utilizarás para la construcción del reino de Dios?

Las personas que han atravesado un arrepentimiento verdadero, personas que han sido evangelizadas, saben que, “mi vida no trata sobre el éxito del mundo”.

No se trata sobre la fama, no se trata sobre el poder.

Si obtengo esas cosas, bien.

Es: “Señor, ¿qué hago con ellos?”.

De lo que trata fundamentalmente es de utilizar estos dones del Espíritu Santo que hemos recibido a través del bautismo, el cual devino del arrepentimiento, que a su vez devino de la proclamación del señorío de Jesús.


Ese es el ritmo evangélico que aquí se expone.

Y sólo una última cosa.

Pedro les dice, “Póneos a salvo de este mundo corrompido”.

Los Cristianos no están nunca destinados a amoldarse.

Jesús dice, “Sois la sal de la tierra, la luz del mundo”.

Estáis destinados a ser diferentes.

Cada generación desde el siglo primero hasta hoy no satisface lo que desea Dios.

Nosotros Cristianos, bautizados, personas evangelizadas, nosotros que pertenecemos al Señor Jesús, estamos destinamos a lucir y sonar y actuar de modo diferente al del mundo, mantenernos apartados de la generación corrupta.


Esto es algo alarmante, que encuesta tras encuesta, no se describe a los Católicos con diferencias frente a las tendencias generales de la cultura.

En gran medida los Católicos están alineados con la cultura.

Eso es un problema.

Eso significa que no nos hemos puesto a salvo de este mundo corrupto.

Significa que no hemos sido evangelizados.

Significa que no hemos aceptado el señorío de Jesús.


Sacad vuestras Biblias, abrid el capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles. Lee el discurso de Pedro y deja que te llegue al corazón.

Dios te bendiga y te guarde.


Adaptación de RBarron.






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