El santo varón más grande en la historia de la Iglesia no fue un papa, ni un obispo, ni un sacerdote, ni un diácono, ni un ermitaño, ni un monje.
El santo varón más grande en la historia de la Iglesia fue un marido, laico, un simple trabajador: San José.
lo hace, más allá de su universalidad, tan importante?
No sabemos casi nada sobre él. Tenemos unas pocas referencias, un puñado de referencias en el Evangelio, mayormente en el Evangelio de Mateo.
No hay ningún testimonio sobre José diciendo algo, no dice una sola palabra. Antes bien, escucha la palabra y hace lo que se le dice.
Es el corazón de la santidad.
Escucha la palabra de Dios, y luego silenciosamente, sin protestas, o quejas estériles, hace lo que se le pide.
Hans Urs von Balthasar dice que los santos son aquellos que desaparecen en la misión de la Iglesia. Un santo no atrae la atención sobre él o ella. Eso es algo mundano. A todos se nos enseña desde que somos niños, a ser la estrella del show. Los santos no. Tienden a desaparecer en su misión.
El ejemplo por excelencia de ello es San José.
No hay alarde. No hay, “Ey, mírenme”.
No hay “permítanme decirles lo que estoy haciendo”.
Él escucha, hace lo que se le dice, se pone en marcha con la misión que Dios le da. Eso lo convierte en un personaje atractivo e interesante.
José está comprometido con María. Esa era la costumbre. Está comprometido. Está comprometido con ella, pero antes de vivir juntos, descubre que María está embarazada.
Sabe que él no es el padre.
Es un hombre de la ley Mosaica.
La ley Mosaica decía que esto era un ultraje. De hecho, si la siguieras estrictamente, esa persona debería ser apedreada hasta morir.
2.José era un hombre de la ley.
Era justo, que es una calificación muy alta en la cultura Judía de su tiempo.
Pero escuchamos que él no presiona la ley hasta ese límite bastante nefasto.
Más bien, decide separarse de María en silencio.
¿por qué?
Para que ella estuviera libre de la terrible humillación, y finalmente de esta condena a muerte.
¿Qué es lo que vemos ahí?
Una unión muy interesante de justicia y misericordia.
Es un hombre justo, cree en la ley, seguro.
Y ve que el propósito último de la ley es alinearnos con la divina misericordia.
Este punto de encuentro entre justicia y misericordia es un reto en toda la historia de la humanidad. Como cristiano se te propone ser una persona inclinada a la ley, a reverenciar la ley de Dios, la ley de la Biblia, las leyes de la Iglesia. Pero si lo haces de un solo lado, puedes convertirte, en breve, en una especie de bravucón legalista o en un inquisidor si te toca ayudar o juzgar a otros.
No es tampoco nuestro objetivo la misericordia artificial del quien dice: “Oh, ¿a quién le importa? Dios es amor. Todo está bien. No te preocupes por eso”.
No queremos un legalismo brutal.
Pero tampoco una indiferencia respecto a la ley.
José obra en un equilibrio delicado, un balance entre justicia y misericordia.
Y eso hace de él un modelo ejemplar para todos nosotros que luchamos cada dia entre ser buenos cristianos y no quedar de tontos ante los demás.
3.- José es un soñador.
Varias veces en el breve relato que tenemos de José, oímos que Dios se comunica con él en un sueño, y él escucha esa comunicación y la obedece.
hay muchos soñadores de la Biblia:
Jacob reposa su cabeza en la roca, y luego sueña con los ángeles que suben y bajan de la escalera de Jacob.
José, el ancestro de San José en el Antiguo Testamento, es un intérprete de sueños. Él interpreta los sueños del Faraón.
Daniel, muchos siglos después, interpreta el sueño de Nabucodonosor.
¿Qué significa esto en la Biblia?
los sueños significan un conocimiento más elevado.
Suena un poco New Age, tal vez una percepción más profunda.
Existe el mundo ordinario que nosotros captamos con nuestros sentidos y que desciframos con nuestras mentes que calculan y razonan, y lo comprendemos política, sociológica, psicológicamente, etcétera. Ese es el mundo de la experiencia ordinaria.
Pero luego existe una percepción más profunda: en y a través de todo ello, ¿qué planea Dios?
¿Qué está haciendo Dios?
¿Qué está diciendo Dios?
Para llegar a ese nivel, sus mentes tienen que estar abiertas.
Debe emerger una nueva dimensión.
Existe una profundidad de percepción que tiene que aflorar antes de que puedan ver.
Tú estás escuchando palabras dentro de tu experiencia ordinaria, y de algún modo en medio de todo ello, escuchas la palabra de Dios.
Lo que permite eso es esta capacidad que tenía José de soñar.
Él está examinando la situación de su compromiso, y las cosas lucen bastante desastrosas, ¿cierto?
Ella está embarazada fuera de la boda. Y el hijo no viene de él.
Está sujeta a la penalidad entera de la ley.
Está en una situación muy de perdedor.
Pero en su sueño, se abre a otra posibilidad, otra perspectiva.
Soñador y sensible a la palabra de Dios.
¿Qué escucha en el sueño?
¿Qué le dice Dios?
Dios le da una misión.
Su misión es ser el protector —escuchad ahora— de las dos personas más importantes que jamás vivieron, María y Jesús, los dos libres de pecado desde el momento de su concepción, los dos personajes más importantes en la historia de la salvación.
Y a José se le dan este privilegio y esta tarea extraordinarios de protegerlos.
¿Qué implicaba esto?
Este hombre tenía que escoltar esta mujer con un embarazo avanzado desde Nazareth a Belén, desde la gestación hasta la madurez.
Viajar en el mundo antiguo no era un paseo por el parque, los peligros acechaban a los viajeros en cada curva.
José la conduce a Belén.
Luego, no hay lugar en la posada. O no hay posada donde hospedarse dignamente para un parto.
Tiene que llevarla a un establo o cueva.
Y allí en medio de animales, ella da a luz.
Todo este tiempo, José es el que está a cargo de proteger a esta madre e hijo.
Y luego la parte más terrible de la historia: casi inmediatamente después, Herodes, el rey, el que tiene todo el poder del país, con soldados armados, va detrás de este bebé, buscan a este bebé para matarlo.
Entonces José tiene que levantarse y salir de Belén y hacer su camino a Egipto.
¿Qué comerían? ¿Qué beberían?
¿Dónde conseguirían todo tipo de provisiones?
Ella acaba de dar a luz.
Tiene un bebé recién nacido entre sus brazos.
José la conduce segura a Egipto y lleva el bebé allí, y luego, tiene que traerlos de regreso a Nazaret por otro camino.
Ese es sólo un momento de su vida como protector.
Este es un rol que tenéis muchos de los que leéis esto.
Tal vez no seas la estrella del show, tal vez no seas el que recibe toda la atención, pero Dios te ha dado la tarea de proteger la fe de alguna persona, y también su vida.
Me refiero a todos los padres, todos los abuelos, cualquiera que esté ejerciendo el rol de protector. José es su nombre.
José es el que ejerció ese rol.
Su misión, mientras caminó esta tierra, fue proteger el cuerpo de Cristo —literalmente, el cuerpo de Cristo. Estaba protegiendo al Señor.
Todavía lo hace, pero ahora está protegiendo el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia entera.
Por eso es que es tan poderoso.
Por eso, has de acudir a José.
Estás buscando algo.
Estás buscando protección, intercesión, lo que sea que bsuques:
“Ite ad Ioseph” —“Acude a José”.
Porque todavía protege a la Iglesia.
San Pablo dijo que peleamos no solo contra la carne y la sangre sino contra poderes y principados.
Estaban los agentes de Herodes.
Seguramente, eran enemigos de Cristo de los cuales Jose tenía que protegerlo, pero hay enemigos invisibles también, espíritus enemigos.
Gracias a Dios tenemos este guerrero de nuestro lado, este protector que es el terror de los demonios.
Por eso, como párroco de esta humilde parroquia, me gustaría poner a toda la parroquia, este año, y los siguientes, bajo la protección de San José, este soñador,
este hombre que vivió con un alto grado de percepción, este protector del Cuerpo de Cristo. Acerquémonos a él en la oración.
¿Qué propones hacer este año para promover la oración a San José y ponernos bajo su protección?
Hay una canción de hakuna llamada ARDE, dedicada a San José. Hasta nuestro último Effetá no le había prestado atención. Pero un día, con el santísimo sacramento ante mí, escucho esto: 'Un te quiero mudo en un silencio acogedor,
Un humilde carpintero duerme en brazos a su Dios'.
Y me puse en el lugar de aquel hombre, con el Señor Dios en sus manos, Con el Señor en las mías, responsable de cuidarlo para que llegue a su pueblo, en cada momento.
Ponemos la parroquia bajo la protección de San José para que él suscite vocaciones al sacerdocio y a ser padres de familia, padres en la fe. Por las vocaciones y por la evangelización.
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