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Foto del escritorFray Dino

San Juan Jacobo Fernández

Artículo que publicó resumido la revista 'Tierra Santa' Septiembre 2024.


La exclaustración en España. Consecuencias graves para Tierra Santa.


El cierre de conventos provocado por la exclaustración del año 1835/6 tuvo entre sus consecuencias que España pierda la presencia e influencia que, durante siglos, tuvo en Tierra Santa y Marruecos. Desde el Nilo hasta el Bósforo había franciscanos españoles, hombres ‘de virtud muy probada y de ciencia poco común’. Los gobiernos de España estaban comprometidos con el culto en los santos lugares, por medio de donaciones, protección, limosnas y personal religioso.  

Con la guerra abierta a los conventos  y la supresión legal de las órdenes religiosas cayó al mínimo la influencia española en T.S. y Marruecos. Durante 24 años no hubo noviciados. Imposible proveer de misioneros a las misiones después de 1832, pues la total supresión que se llevó a cabo en 1836 comenzó a ejecutarse en el 33.


Los misioneros españoles alargaban sus servicios para mantener las plazas españolas, pues si la dejaban o morían sin reemplazo la ocuparía un misionero de otra nación o ninguno. Era un servicio religioso pero también patriótico. Los gobiernos que se sucedieron hasta el año 1853 no se preocuparon de este servicio, formados en las ideas enciclopedistas venidas de Francia, y en el odio a los religiosos.


La impiedad de nuestro siglo se hace la ilusión de haber concluido con los institutos religiosos, que son su eterna pesadilla. ¡Vana ilusión!” dice literalmente Urturi, en su capítulo X.


Los responsables de la obra Pía, -que se ocupaba del envío de fondos a los santos lugares y del envío de religiosos, 20 años después-, manifiestan la urgencia de fundar una casa matriz o colegio de misioneros.

El 26 de noviembre de 1852, la reina Isabel II firma una real cédula autorizando la creación de un nuevo colegio de misioneros con destino a Tierra Santa y Marruecos, zonas de interés estratégico para la política exterior española, encargando del mismo a los franciscanos observantes. A los siete meses, por real decreto de 24 de junio de 1853, disponía, además de la creación de un consulado español en Jerusalén para atención de los religiosos españoles residentes en Palestina, la fundación urgente de una casa para la formación de Misioneros Franciscanos con destino a Tierra Santa (art. 7). Y por real orden de 19 de octubre de 1853 se destina para ello el convento franciscano de San Miguel de la Victoria de Priego (Cuenca).   La instalación de la comunidad se retrasó hasta el 14 de julio de 1856, tras muchas dificultades. Siendo trasladado seis años después, en septiembre de 1862, a Santiago de Compostela.


La instalación del colegio de Priego había levantado las esperanzas de los pocos religiosos españoles que aún quedaban en Palestina, para no abandonar sus puestos, y conservarlos a todo trance para España.

El Colegio se abrió para un máximo  de 24 misioneros, ampliado a 36 a partir de 1861; números muy bajos para las peticiones que había.  Urturi manifiesta la contrariedad de que frailes, recién acabado su noviciado, fueran enviados ya a misiones tan exigentes, sin tiempo para estar  ‘bien formados en la carrera literaria y sólidamente fundados en el espíritu’.

El primer envío de misioneros tuvo lugar en enero de 1859. Según cuenta Urturi, el envió de misioneros no funcionó bien hasta octubre de 1877, cuando se pone al frente de la Obra Pía don Jacobo Prendergast.

En 1882 se erige un nuevo colegio en el Santuario de Nuestra Señora de Regla, Cádiz, santuario que había sido agustino hasta el 1835.

 

DAMASCO


Iglesia actual de Damasco, reconstruida tras aquella revolución de 1860.

En los inicios del siglo XVIII, siendo ya grande el numero de cristianos en Damasco, los franciscanos se establecen en la ciudad, en un pequeño convento modestamente arreglado con preciosa biblioteca, Iglesia parroquial para los cristianos del rito latino, un hospicio para los peregrinos y escuelas que en 1860 atendían unos 100 niños, donde también aprendían a ser  carpinteros, herreros, sastres, zapateros, etc.


La «Paz de París»,  firmada el 30 de marzo de 1856, después de la guerra de Crimea,  constituye el germen de la revolución de 1860 en Damasco, y que provocó la persecución y martirio de los religiosos y de los cristianos árabes y de la quema del convento-colegio franciscano y de  barrios anejos.

El problema de fondo que latía desde años atrás en el  imperio otomano era la protección hacia los súbditos cristianos que Francia - que gozaba en Oriente del título oficial de protectora de los cristianos- imponía en su unión a Turquía; mientras que los gobernantes locales veían esta protección  con rivalidad. La cuestión religiosa era fuente de constantes conflictos en la relación de Turquía  con los demás países, originando, a veces, tensiones entre la población  turca y cristiana.


 El padre Manuel Ruiz escribe el día 2 de marzo de 1860 al custodio  de Tierra Santa, comunicándole los previsibles síntomas del inminente  desastre.

 

Fray Juan Jacobo Fernández. 

Juan Jacobo Fernández nació un 25 de julio del año 1808 en Moire, parroquia de Santa María de Carballeda, Ayuntamiento de Piñor,  en la provincia de Orense. Hijo de Benito Fernández y de María Fernández, vivió su infancia y juventud en el santo temor de Dios, dedicado al estudio y al trabajo manual.  Sus padres, casados un 26 de mayo de 1794 tuvieron 7 hijos: Manuel -1796, Pedro -1798, Teresa Antonia – 1800; José Carlos -1802; Ignacio Benito -1806: Juan Jacobo -1808; Rosa -1810



Escultura del Santo frente a la casa paterna en Carballeda de Cea.
Escultura del Santo frente a la casa paterna en Carballeda de Cea.

Un día vienen a su parroquia unos misioneros franciscanos de Herbón y Juan Jacobo se va con ellos a estudiar a Herbón. Cuenta una primera biografía escrita por Samuel Eiján en 1926, con ocasión de la beatificación, que Juan Jacobo le dice a su madre ‘yo no quiero otro destino que el destino de Dios’.


Tenía 22 años cuando tomó el hábito de los Hermanos Menores, en el año 1830. E hizo su profesión religiosa, en calidad de hermano lego, en el convento de Herbón, en los años 1830-1831 de manos de Fr. Domingo Briones. Ya en esta primera formación recibían el amor a la tierra santa.

El Ministro Provincial, Fr. José Furelos Mayo escribe una carta a la provincia, en mayo de 1960, con ocasión del centenario del martirio, destacando que tres de ellos pertenecen a esta provincia de Santiago: el B. Nicolás Alberca, el B. Pedro Soler que ingresaron en el colegio de Priego en 1856 y el B. Juan Jacobo Fernández.


EXCLAUSTRACIÓN

La expulsión de los conventos es un hecho doloroso, por todo el dolor, persecución, destrucción que conlleva. Y por el hecho de tener que volver al mundo al que ya no pertenecía su corazón. El 14 de diciembre de 1835, Fray Juan Jacobo escribe una carta a su guardián, P. Ildefonso García, siguiendo la disposición de éste, de que cada uno cuente lo que haya podido llevar para rescatar del pillaje que acompañó la exclaustración. Y Fray Juan J. además de comentar su salud delicada, describe la “adjunta lista de los enseres que tengo en mi poder”. Seguramente previendo que pronto volverían al convento.


Cuenta Urturi que estos frailes, “una vez vueltos al mundo, jamás desmintieron con su conducta la regla que habían profesado, jamás olvidaron que eran religiosos franciscanos


VIAJE A TIERRA SANTA.

El Comisario General de la Obra Pía de los Santos Lugares había dirigido una urgente llamada a todos los comisarios diocesanos para reclutar franciscanos exclaustrados que quisieran ir a Tierra Santa.



Fray Juan Jacobo Fernández, viendo que no podría regresar a la vida religiosa en España, pidió y obtuvo de sus superiores licencia para incorporarse a las misiones de Tierra Santa. En 1858 emprende la marcha a Tierra Santa. Con cincuenta años, robusto, de buenas costumbres, y muy piadoso. Nicolás, Pedro y Juan Jacobo, formando parte de la primera expedición de misioneros enviados por el colegio de Priego a Palestina, se embarcaron en Valencia a mediados de enero de 1859 para llegar a Jafa el 19 de febrero. Tras la Semana Santa de 1859 los PP. Pedro y Nicolás, y en comienzos de 1860 fr. Juan Jacobo llegaron al convento franciscano de Bab Tuma, en Damasco, donde los frailes llegaban para aprender árabe y griego. El convento tenía una biblioteca con 10mil volúmenes.


En aquel año de 1860, Juan Jacobo Fernández era el cocinero y Francisco Pinazo era el Sacristán, ambos hermanos legos. Cuenta Samuel Eiján que “, a pesar del poco tiempo en que prestó sus servicios, se hizo admirar por su fervor y devoción, con su gran espíritu de humildad”

 

REVOLUCIÓN Y MARTIRIO

El día 5 de julio ya nadie trabajaba en el barrio cristiano. Se apoderó de los cristianos el miedo. Su único trabajo vino a ser el prepararse para morir dignamente fieles a su fe. 

Los drusos habían fijado el primer día de la fiesta del ramadán para llevar a cabo la matanza de cristianos. El asalto comenzó a mediodía del 9 de julio de 1860 con una invasión del barrio.  El emir Abd-el-Kader  logra poner a salvo a los jesuitas, Paúles e Hijas de la Caridad y a muchos cristianos. Los  franciscanos, rehusaron la ayuda, para no abandonar a su suerte a los que con ellos se refugiaron, y así también sostener su fe.  Los franciscanos vivieron aquellas últimas horas en adoración, pidiendo al Señor protección y valor para vivir su voluntad.

Un proveedor de carne para el convento entregó el edificio a los atacantes señalándoles la entrada más débil. El 10 de julio de  1860 por la mañana todos fueron muertos y todo destruido. «Sólo entre los escombros del  convento de San Francisco se encontraron ciento veinte cadáveres amontonados».



 Los hermanos legos Juan Jacobo Fernández y Francisco Pinazo fueron sorprendidos cuando, para  huir del incendio, subían la escalera del campanario. En la azotea, tras defender su fe con la señal de la Cruz, les  rompieron la columna con una maza de madera, y después de  atravesarlos con un arma punzante, creyéndolos muertos, arrojaron sus cuerpos al patio, por detrás de la sacristía. Fray Juan Jacobo no quedó muerto en el acto. Sobrevivió algunas horas en las que no encontró ayuda ni pudo moverse del sitio. Contó un testigo de edificios colindantes que rezaba en su lengua materna. Un turco lo encontró, entrada ya la noche, y lo remató de un golpe de cimitarra. Tenía 52 años de edad y 29 de vida religiosa.

Sus cuerpos fueron recuperados y guardados en cisternas hasta que fue posible su exposición al culto en la nueva iglesia que se edificó.

 


 

BEATIFICACIÓN

La sagrada congregación, por decreto especial de 17 de diciembre de 1885, autoriza la introducción de la causa de los venerables Mártires en Roma.. La pérdida de documentos producida por la Primera Guerra Mundial obligó a reiniciar los trabajos, creándose un nuevo tribunal en Damasco en 1922. En 1924 se decreta la fama de santidad y la validez de los procesos instruidos sobre el martirio. Finalmente, el 10 de octubre de 1926 los ocho franciscanos y tres católicos maronitas seglares, víctimas de la misma persecución, fueron beatificados en la basílica vaticana por el papa Pío XI.

Se celebró un acto conmemorativo de la beatificación el día 22 de octubre de 1926, en la parroquia de Carballeda. Estaba presente el Vicario General de la orden en España, P. Antonio Martín, acompañado del Secretario General de la misma, P. Juan R de Legísima, quién regaló una reliquia del beato y  en su discurso ensalzó la fe recibida en su infancia, y cómo en la familia comienza la formación de las virtudes y es donde nacen los santos y mártires. La celebración fue cantada por el coro Antonino de Ribadavia. Tras el acto la comitiva se trasladó al pueblecillo de Moire para descubrir una lápida de mármol en la fachada de la casa del beato Juan Jacobo.

 



REGRESO A DAMASCO.

El primero que volvió a Damasco, después de los sucesos, fue el padre Valentín Reasco de Bernaza, superior de Beirut. Su presencia en Damasco supone gran alegría para los cristianos, que sienten la misericordia de Dios, de nuevo, con ellos. Fr.Valentín junto con el padre Enrique Collado tienen como tarea reconstruir la iglesia, con subvención del gobierno turco, antes de recuperar los restos de los mártires. Es el padre Fulgencio Rignón, que era Comisario de Tierra Santa en París, quien tuvo la fortuna de presenciar al lado del cónsul francés, el acto de descubrimiento de los restos venerados, el viernes 22 de noviembre de 1861, describiendo cómo 5 cuerpos fueron encontrados  en una cisterna excavada en el suelo, y otros dos en una cisterna bajo el altar de la iglesia y los restos del P. Engelberto estaban en una casa inmediata.

 El 7 de diciembre de 1864 pudieron ya habitar el nuevo convento. El 3 de octubre de 1865 se inauguró el templo con una profesión llevando a Cristo sacramentado públicamente por las calles.

 

RECOMENDACIÓN FINAL

Como decía el P. Furelos en 1960: “Aprovechen esta ocasión para hacer resaltar el valor e importancia de la vocación al estado religioso, la gloria de nuestra orden como depositaria en nombre de la Iglesia de los Santos Lugares desde hace siete siglos y el honor que corresponde a nuestra provincia en la noble y ardua empresa de servir y defender este sagrado tesoro de la Cristiandad, por el compromiso que tiene de enviar misioneros a la Custodia de Tierra Santa.

 

Oración

Señor, Tú nos ofreces, en la vida

del Beato Juan Jacobo Fernández,

un claro ejemplo de fe cristiana,

y un seráfico testimonio de valor,

en proclamarla con su vida y con su martirio.

Concédenos, por su intercesión,

la gracia de anhelar conocer siempre tu palabra

y de ser dóciles a las exigencias de tu amor.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

 

Bienaventurado Juan Jacobo, mártir de Cristo.

Ruega por nosotros

Bienaventurado Juan Jacobo, discípulo de San Francisco de Asís.

Ruega por nosotros.

Bienaventurado Juan Jacobo,

hijo de esta provincia franciscana de Santiago.

Ruega por nosotros.

 

Firmado: Natalio Saludes Martínez. OFM. A Coruña. En la foto con Fray Antonio ante las reliquias de los santos. 2018.


Bibliografía de apoyo:

P. Samuel EIJÁN, ofm. Heroísmo en Tierra Santa. Mártires damasceno en 1860. Santiago. Editorial “El eco franciscano”. 1928

Sainz de Urturi, Fr. Francisco ofm. “Reseña histórico biográfica de los venerables Mártires de Damasco: Fray Manuel Ruiz y compañeros, hijos de la religión seráfica.  Santiago Editorial “El eco franciscano”. 1988



 



CANONIZACIÓN


BEATO MANUEL RUIZ OFM Y COMPAÑEROS MÁRTIRES DE DAMASCO


La Postulación General OFM, comunica lo siguiente:


El Rito de Canonización se celebrará en la Plaza de San Pedro, el Domingo 20 de octubre de 2024 a las 10.30 horas.

El acceso a la Plaza, a partir de las 7.30 horas, se realizará según el orden de llegada de los grupos.

No hay sectores diferenciados, todos los peregrinos reciben el mismo billete.


Los organizadores de las peregrinaciones deberán comunicar a la Postulación General OFM, antes del 30 de septiembre de 2024, el número de entradas necesarias. La Postulación General OFM obtendrá los billetes de la Prefectura de la Casa Pontificia, que podrán recogerse en Roma en la Curia General de Santa Maria Mediatrice 25, 00165 email: postgen@ofm.org


Los nombres de las autoridades civiles y militares de los países de origen de los nuevos santos deberán ser comunicados a la Postulación General OFM - para su comunicación a la Prefectura de la Casa Pontificia -. Habrá un número limitado de plazas en el sector especial, compatible con las plazas reservadas a los participantes en el Sínodo y a los invitados de las otras cuatro Postulaciones (Maronitas, Giuseppe Allamano, Elena Guerra, Virginia Paradis).


Las personas discapacitadas, en silla de ruedas y con acompañante, dispondrán de un sector especial bajo la escalinata del sagrato. Utilizarán el mismo pase que los demás, pero dispondrán de un sector especial.


Concelebrantes principales en el altar por la Causa de los Martires de Damasco:

Su Beatitud el Patriarca de Jerusalén de los Latinos, Card. Pierbattista Pizzaballa ofm.

Su Beatitud el Patriarca de la Iglesia Católica Maronita, Card. Bechara Boutros Rai.

Los demás Cardenales y Obispos presentes podrán concelebrar en el sector reservado para ellos.

Se ruega comunicar a la Postulación General OFM los nombres de los Cardenales y Obispos expresamente invitados a la Canonización, a fin de que se elabore una lista para uso de la Oficina Litúrgica Pontificia.

Cardenales y Obispos no necesitan de billete.


El Ministro general OFM, el Custodio de Tierra Santa, los Ministros provinciales OFM de las Provincias de origen de los Santos OFM concelebrarán en un sector separado detrás de los Cardenales y Obispos.


Los sacerdotes que deseen concelebrar deberán acreditarse personalmente, a partir del 16 de septiembre de 2024, enviando su solicitud a: https://biglietti.liturgiepontificie.va

Cada sacerdote recibirá un pase en línea como respuesta a su acreditación.

Los sacerdotes deberán llevar el celebret, tanto durante la acreditación como al entrar en el sector.

Los sacerdotes llevarán alba y estola verdes.

Los Frailes Menores de la Custodia de Tierra Santa actuarán como acólitos.


OTROS ACTOS

Sábado 19 de octubre, a las 21.00 horas: vigilia de oración para todos los peregrinos en la Plaza de San Pedro.

Lunes 21 de octubre, por la mañana (hora por determinar): Misa de acción de gracias por la canonización en la basílica de San Antonio de Via Merulana, presidida por Su Beatitud el Patriarca de Jerusalén de los Latinos, Card. Pierbattista Pizzaballa ofm.

Los sacerdotes que lo deseen podrán concelebrar, llevando consigo el alba y la estola.

El lunes 21 de octubre no habrá audiencia especial para los peregrinos de la Canonización. Los grupos que aún puedan estar presentes en Roma el miércoles 23 de octubre y que deseen participar en la Audiencia del Santo Padre deberán solicitar un pase directamente a la Prefectura de la Casa Pontificia.

Para comunicación email postgen@ofm.org

             


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